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La llorona


La llorona

 


Desde tiempos inmemoriales por los valles oníricos, ríos sagrados, lagunas fantásticas y montañas míticas de Colombia, se desplaza la llorona, una mujer fantasma errante, vestida con bata variopinta que le cubre hasta los talones.
La espectral Llorona tiene cabello largo y rizado de colores plateado, negro y dorado; y en el posan grillos, luciérnagas, cocuyos y mariposas. Al ver de frente a la llorona causa sorpresa, terror y espanto, pues su rostro es una calavera, en las cuencas oculares, giran dos bolas incandescentes, de su nariz cuelga un cordón umbilical y con sus enormes dientes muerde el tallo de una rosa roja.
Las mangas de la batola le llegan hasta sus muñecas, con sus manos grandes, huesudas y ensangrentadas arrulla a un feto muerto. Al gemir la llorona derrama lágrimas de sangre, sobre la mortaja azul de la criatura abortada, quien conserva una expresión angelical y con sus ojos parece acusar a la madre que le quito la vida antes de nacer.
Sobre la cabeza de la llorona está parado un cuervo “el pájaro de los muertos, de la desgracia y del infortunio” y entre sus huesos emergen larvas, gusanos y cucarachas.
En la pañalera de bejucos, yacen sapos, ratones y serpientes quienes la acompañan como mascotas. La llorona con sus alaridos, produce un infernal ruido y con sus lamentos expresa su tormento y arrepentimiento.
Dicen que la llorona solo ataca a las parteras, médicos, enfermeras y comadreras que ayudan a las parturientas y mujeres embarazadas a abortar. También atacan a los hombres que preñan jóvenes solteras y que niegan su paternidad para evadir la responsabilidad y que castra a los violadores para que jamás vuelvan a tener el apetito erótico y nunca jamás puedan saborear manzanas, melones ni melocotones.
Dicen que cuando la llorona habla solo invita a respetar la vida, principalmente de los que están por nacer.

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